Desde hace un tiempo veníamos notando en nuestro equipo cierta dificultad para poner el foco en la tarea, como si estuviéramos enganchadas a un baile continuo con la dispersión que empapa las rutinas, los ritmos, el desempeño profesional… ¿a ti también te pasa?
Sí, no somos las únicas ni las primeras.
Manejar los niveles de atención es un desafío colectivo como explica Johann Hari en su libro Stolen Focus: Why can’t you pay attention (todavía no está traducido al castellano). Hari hace un recorrido por diferentes lugares del mundo para conocer las causas estructurales que han provocado que nuestra capacidad de poner foco haya sido robada.
Y como esta cuestión tiene su complejidad y queríamos salirnos de la idea única de las desventajas y los daños de habitar a menudo la dispersión, en Territorio emocional, a modo de laboratorio de aprendizaje, hemos dedicado una sesión interna a explorar el tema. En un recorrido a partir de 6 preguntas clave hemos tratado de descifrar qué hay detrás de la falta de foco. El trayecto también ha sido una oportunidad para conocernos como equipo y para mejorar nuestras propias dinámicas de funcionamiento diario.
Empezamos, esta es la ruta propuesta:
1.¿Qué es para ti la dispersión?
Seguramente tenemos una definición mental que viene de una parte lógica en la que hay una comprensión del concepto.
Por eso aquí proponemos otro tipo de acercamiento, ¿jugamos a las metáforas?
Si tu dispersión fuera… un plato de comida, un tipo de alfombra, una canción o un sonido, un paisaje, un paso de baile… ¿cómo sería?
Sí, utilizamos un método de exploración personal en el que entran en juego otros lenguajes desde el hemisferio derecho además de la conexión con los sentidos (si te fijas cada metáfora apela al menos a uno de nuestros sentidos).
Puedes probar tú, solo necesitas un papel, un boli/rotulador (¿probamos a dibujar esa alfombra o ese paisaje?) y la mente abierta para dejarte sorprender.
2. ¿Dónde la notas?
Cuanto más capaces seamos de observar y notar alguna señal en el cuerpo más fácil será darnos cuenta de que estamos disperxs.
Por eso la propuesta es parar y sentir el impacto en el cuerpo nos hace tomar más consciencia de este estado, como si se tornara más real, no tan dispersa…y esto es lo que permite salir del automático y buscar formas de regularnos.
A veces el indicio corporal es la mirada perdida, el cansancio, la postura tensa, la respiración corta. Bailar sin descanso es lo que tiene.
3. ¿De qué formas me disperso?
Exploramos en qué comportamientos y acciones concretas se manifiesta. Aquí cada persona tiene sus propios mecanismos aprendidos, aunque también os adelanto que estamos bastante condicionadas culturalmente y solemos caer en las mismas redes, ya sabes, abrir el whatsapp, mirar el correo por 15º vez en las últimas 2 horas, ese momento de “solo un vistazo a twitter” y acabas 20 minutos después inmersa en una lectura interesantísima sobre un tema de actualidad.
También puede expresarse en tendencias consumistas (comida, información, series), o en la trampa de la multitarea, queriendo abarcar un poco de todo y un mucho de nada.
4. ¿Cuándo aparece la dispersión?
Esta pregunta nos ayuda a observar los detonantes e identificar si hay algún patrón común. Por ejemplo, nosotras en el equipo nos dimos cuenta de que compartíamos muchos de los desencadenantes y que a menudo nos dispersamos cuando:
hay muchas tareas y poco tiempo,
tenemos muchos estímulos tecnológicos alrededor,
no nos estamos sintiendo capaces de hacer una tarea,
no queremos estar en un lugar/situación
y una más, cuando queremos entrar en un proceso creativo, la dispersión puede ser una aliada para ese estado de creación caótica y auténtica.
Nombrar estas situaciones crea un espacio para la comprensión mutua en el equipo, puedo ver que mi compañera se está dispersando por algunos de estos detonantes, puedo verme reflejada en su comportamiento, y buscar una solución colectiva.
Pero además esta información da pie a mirar qué hay detrás de la dispersión, en común están las mismas raíces que nos llevan a la siguiente pregunta.
5. ¿Para qué me disperso?
Utilizar el “para qué” ayuda a descubrir el beneficio que estamos sacando de este comportamiento, normalmente las acciones aprendidas las repetimos porque a alguna de nuestras partes internas esto le ayuda, es lo mejor que puede hacer.
En nuestro recorrido comprendimos que una gran parte del tiempo nos dispersamos para no sentir vulnerabilidad, inseguridad, miedo, enfado, es decir, como si quisiéramos anestesiarnos emocionalmente al menos por unos momentos.
También surgió la expresión llenar huecos vacíos, ¿podría ser que en el fondo la dispersión estuviera tratando de cubrir una sensación de carencia?
6. ¿Qué cambios podemos hacer?
En lugar de aspirar a que la dispersión desaparezca para siempre (que quizá no sea muy viable ni funcional), proponemos introducir nuevos movimientos en el baile conjunto. Porque en esta relación a dos, la dispersión y tú/tu equipo, si un elemento hace un cambio, el otro también lo hará.
Aquí os dejamos 3 ideas que surgieron en la sesión:
Hacer un check-in inicial: activar el dispersómetro (o en positivo el atenciómetro), ¿cuál es mi nivel de atención hoy?
Empezar las reuniones con práctica conjunta de enraizamiento de la atención o mindfulness.
Nombrar la dificultad cuando aparezca: compartir con el equipo qué me está haciendo dispersarme.
Y a ti, ¿qué te gustaría introducir en tu funcionamiento diario para bailar mejor con la dispersión?